Banner
#Clamor #Oración #Alabanza

13 dic 2016 8pm EST EstudiandoLasEscrituras On-Line vía Zoom, Salmo 119:169-175

  • #Clamor
  • #Oración
  • #Alabanza

Concluyendo el tiempo de estudios del Salmo 119 y al compartir tres palabras de esta última estrofa podemos vemos una similitud entre la selección de cada uno de los hermanos de las naciones: entendimiento, hablar, clamor, oración, delicia, salvación, mandamiento, vive mi alma, busca a tu siervo, líbrame. El Espíritu Santo nos inquieta con esta estrofa. Podemos resaltar tres palabras que denotan acciones de nuestra parte y que deberían en principio ser natural en nuestra vida como creyentes en Jesucristo: Clamor, Oración y Alabanza.

Vemos la petición “llegue a ti mi clamor, llegue a ti mi oración”, expresiones que van de la mano especialmente en tiempos de angustia y de necesidad. Muchas veces oramos pero no clamamos, lo hacemos cuando ya no podemos más, cuando estamos en el sótano 10 de la vida, cuando hemos descendido bajo y no vemos salida a nuestra situación ya sea de enfermedad, conflicto, familia, laboral, relaciones, respuesta que no llega. Todos sabemos que la oración se manifiesta en una sincera conversación con el Señor, aunque muchas veces no le dejamos hablar. Pero cuando clamamos, gritamos por atención, clamamos para que algo ocurra porque no podemos llevar más la carga.

Luego de pasar por ese tiempo duro en que cual somos formados (por nuestro hacedor), somos procesados, podemos entender conforme a su palabra. Porque es verdad que muchas veces al estar en situaciones de aprieto, no entendemos las promesas de liberación, de que seremos saciados, seremos liberados, seremos sanados, etc. David y los salmistas clamaban en su angustia (Sal.17.1, 61.1), en medio de su aflicción (Sal.142.6).

Cuando nos aferramos a la palabra y andamos en sus caminos sin desviarnos, y estamos a cuentas con El, nuestro espíritu entenderá que “… aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”, (Sal.23.4, Is.43.1-2).

El entendimiento vendrá conforme a su palabra, las cosas cambiaran entonces, nuestros ojos reciben más visión, resplandecerán (Dan.12.3), nuestro entendimiento es llevado a otro nivel. Meditemos en sus maravillas aunque nos cueste entender (Sal.119.27), permite que tus labios rebosen de alabanza y no de otras cosas, Dios se moverá en medio de ti (Sal.22.3, Sof.3.17), deja que tu alabanza (‘tehillah’) sea parte de ti, que sea espontánea, tuya, individual. No esperes a que otro lo haga para que tu alabanza (del hebreo ‘halal’ gritar, celebrar, glorificar, cantar, gritos de júbilo) comience. Por cierto, eso lleva a la gente a etiquetar de ‘pentecostal’ a todo el que exprese su alabanza como ‘halal’ lo cual es un error, pues eso es lo que debería hacer todo creyente, todo el que ha nacido de nuevo. Es más, todo lo creado que alabe a Dios (Salmos 148, 149 y 150).

De esa palabra ‘halal’ proviene ‘aleluya’, una expresión hebrea de alabanza a Dios, palabra incorporada a casi todos los idiomas del mundo. Cuando dices ‘aleluya’ estas dando alabanza a Dios. “Todo lo que respire que alabe a Dios, aleluya”  (Sal.150.6), “viva mi alma y te alabe…” (Sal.119.175).