Adoración: Yo sé que estas aquí, Joanna Rosario
11 Julio 2017 8pm EST EstudiandoLasEscrituras On-Line vía Zoom, Jonás 1.17-2.10
- #Angustia
- #Desobediencia
- #Clamor
Es difícil leer este capítulo y pasar por alto tres cosas que están íntimamente relacionadas. La desobediencia, la angustia y el clamor. Al desobedecer a Dios comenzamos a hacer cosas que nos apartan de Dios que ocasionan una profunda angustia a nuestra vida y cuando ya no podemos más, sale de lo más profundo un clamor a Dios pidiendo perdón, tratando de enderezar lo entuerto y esperando que Dios nos saque del abismo al cual hemos caído.
¿Y qué hacemos cuando estamos angustiados, cómo reaccionamos? Nos desviamos del camino de Dios, perdemos la esperanza, apagamos la fe. Cuando llegamos a lo mas profundo y tenemos el agua hasta al cuello, cuando estamos enredados con el alga en la cabeza, de repente nos acordamos de Dios. Tenemos a Jonás orando desde el estómago de un enorme pez, en lo mas profundo del abismo, hasta allí descendió porque Jonás desobedeció la revelación de Dios, trato de huir de su presencia.
Esa angustia lo llevo a clamar a Dios. Es un sentimiento de aflicción intenso a causa de un gran peligro o amenaza de desgracia, es una sensación de opresión en el pecho con respiración fatigosa. Podemos conseguir tantos sinónimos: aflicción, dolor, tristeza, congoja, zozobra, desconsuelo, agobio, sofocación, inquietud, ansiedad, tribulación, ansia, intranquilidad, agitación, asfixia, sofocación, sin paz, sin consuelo, sin ánimo, agonía, miedo, quebrantamiento de corazón. Mira Sal.143.11, Pr.11.8, 12.13. Muchas situaciones en nuestra vida nos pueden ocasionar angustia, la principal es la desobediencia a Dios, dejamos a Dios y estamos con nuestras propias fuerzas. Jonás fue separado de la presencia de Dios y llevado a lo mas profundo de los cimientos de los abismos, a lo mas profundo del mar, al Seol. ¿Será que tenemos que llegar hasta lo mas profundo para empezar a clamar a Dios con un grito de angustia? Dt.32.22, 1S.2.6.
Jonás se sintió como David (2S.22.6) cuando la angustia por ser perseguido por sus enemigos y por Saúl le agobió, “ligaduras del Seol me rodearon, tendieron sobre mi lazos de muerte”. Al desobedecer a Dios, uno se siente abatido, básicamente es un figurativo de degradación extrema en pecado (Is.57.9, Os.13.14). Jonás reconoce que su desobediencia al llamado de Dios lo echo a lo profundo (v3). Dios tuvo que sacudir a Jonás para que reaccionara. El llamado de Dios es serio, en este caso, anunciar salvación a un pueblo que se perdía en su pecado y por no obedecer, Jonás pecó. Sin embargo Jonás supo que aunque fue desechado por su pecado, vería el templo del Señor (v4).
¿Será que tenemos que llegar a la angustia para clamar a Dios para interceder por otros, por nuestros Nínives? Nos cuesta sentir el pecado de una nación, el dolor de su gente cuando es oprimida. Saber lo que se aproxima y tener que seguir adelante es muy fuerte (Mt.26.37, Mr.14.33, Lc.2.48).
¿Tendrá Dios que llevar al remanente a un punto de quiebre en las naciones para que de corazón rasguemos nuestra vestidura del dolor, caigamos de rodillas ante su presencia y levantemos nuestras manos a Dios para clamar?
El llamado aplica de igual manera para ayunar y orar. Hasta que no sintamos ese grito de angustia, dejaremos de lado todo para interceder y clamar. Esto lo veremos al estudiar Jonás 3, toda la gente, creyentes e inconversos, hombres y animales, desde el rey para abajo, ayunando totalmente, orando y clamando a Dios, y al final, Dios respondió la oración de una nación arrepentida y su misericordia fue manifestada, no vino la destrucción de la ciudad según lo anunció. El corazón del hombre arrepentido, cambio el veredicto de juicio de Dios. Sea bendito el nombre del Señor por los siglos de los siglos.
La angustia de la gente cuando se aproxime el fin es terrible (Lc.21.25), vendrá confusión, desfallecimiento. Cuando el Señor intervenga, luego de la angustia, vendrá un cambio (Jn.16.21)